Oso Polar
El oso polar u oso blanco (Ursus maritimus) es una especie de mamífero carnívoro de la familia de los osos. Vive en el medio polar y zonas heladas del Hemisferio Norte. Es el único superdepredador del Ártico.
Presenta un perfil más alargado y las patas más desarrolladas que las de otros osos. Las orejas y la cola son muy reducidas, para mantener mejor el calor corporal. En esto también colaboran una gruesa capa de grasa subcutánea y un denso pelaje, que en realidad no es blanco, sino translúcido, formado por miles de pelos huecos (que al estar llenos de aire, son un buen aislante térmico). Bajo el pelaje se encuentra la piel, que es negra para atraer mejor la radiación solar y aumentar así el calor corporal. La luz ordinaria se refleja sobre el pelaje, generando normalmente la falsa sensación de blancura. La pérdida del calor corporal se encuentra muy reducida, tanto por el pelaje y el color de la dermis como por el espeso panículo adiposo que se encuentra bajo la piel y que sólo se adelgaza en la cabeza, especialmente en la nariz.

Los machos adultos alcanzan normalmente pesos de entre 350 y 680 kg, las hembras suelen pesar la mitad; sin embargo, en el tiempo en el que acumulan grasa antes de dar a luz, pueden pesar entre 350 y 500 kg. Los machos pueden medir hasta 2,6 m de largo, mientras que las hembras rondan los 2 m.
El oso polar se alimenta de todos los animales árticos excepto zorros y lobos. A pesar de todo sus favoritas son las crías de focas y renos y llegan a comer unos 30 kilos de comida al día, y los cachorros 1 kilo. Los osos no toman agua, ya que en su ambiente es salada y ácida. Sacan los fluidos que necesitan de la sangre de sus presas.
Las amenazas más modernas las constituyen la acumulación de contaminantes en el hielo y atmósfera árticos y el calentamiento que está afectando su ecosistema. Según estudios canadienses (2005) el hielo de las zonas habitadas por estos animales se está derritiendo hasta tres semanas antes que en la década de 1970, obligando al oso a retirarse a tierra firme sin haber completado sus reservas de grasa, que pierden durante el verano y el otoño en forma tan crítica que afecta la capacidad de las hembras para quedar preñadas y minan su capacidad de producir leche para alimentar a sus crías. Esto ha provocado una caída del 15% en la tasa de nacimientos.