sábado, 24 de marzo de 2012

Foca Monje del Mediterráneo 

La foca monje, la más antigua de las focas (también conocida como fraile o lobo marino) es una de las diecinueve especies de la familia de los fócidos que viven en la Tierra. Mientras que la mayoría disfruta con aguas gélidas esta adorable foca opta por las cálidas.
Huidiza, solitaria y temerosa, la foca monje es la especie española más escasa y uno de los diez mamíferos más amenazados del planeta. 

 

  



Su distribución se centra en el mar mediterráneo (excluyendo el mar Adriático), la línea costera del mar negro Búlgaro, y la línea costera de Marruecos. 




Al igual que el resto de los miembros de la familia de los pinnípedos, la foca monje reune un amplio conjunto de adaptaciones sobresalientes a la vida en el medio marino. Sus ojos, por ejemplo, tienen una córnea aplanada que le facilita la visión bajo el agua; fuera de ella su visión es más torpe.
Además ha desarrollado unas vibrisas que le ayudan a detectar las posibles presas en la oscuridad del mar. Aunque es extremadamente torpe fuera del agua, puede moverse en tierra firme gracias a las potentes uñas de sus aletas anteriores.
Sus hábitos alimentarios y su comportamiento rutinario son uno de los principales para la especie. Normalmente, durante la noche las focas suelen realizar inmersiones de cierta duración en busca de su alimento. Las monje mediterráneas se alimentan en las cercanías de sus lugares de descanso y juego, principalmente de peces o de invertebrados marinos como langostas, sepias, calamares y pulpos.
Para que una foca monje pueda empezar a tener descendencia tienen que pasar alrededor de tres o cuatro años. Durante los meses veraniegos de julio y agosto las focas se aparean. Si todo transcurre de manera adeacuada, en septiembre u octubre del año siguiente nacerá una cría. Salvo por el tamaño, los jóvenes apenas se diferencian de los adultos ; eso sí, son de color más negruzco y brillante.
 



 
Sin lugar a dudas, de forma directa o indirecta, de forma intencionada o no, el hombre es el principal responsable de la desaparición de esta especie. Algunos pescadores no ven con buenos ojos la presencia de este competidor y las persiguen. Las redes de pesca pueden convertirse en auténticas mallas de muerte para estos animalillos despistados.  




La contaminación marina causa estragos: contaminantes químicos que se comportan como disruptores hormonales que alteran los sistemas endocrino y reproductor e imposibilitan el mecanismo natural de la reproducción son una de las amenazas que ensombrecen el futuro de la especie. Debido a que los turistas ocupan la mayor parte de las costas mediterráneas más adecuadas para el descanso y la reproducción, muchas de éstas y también cuevas son ensuciadas, modificadas o degradadas obligando a las focas monje a abandonar sus áreas tradicionales.  


Ante este panorama, las focas se desplazan a lugares menos favorables y tranquilos. No resulta extraño ver como cachorros mueren ahogados por verse obligados a vivir en lugares inapropiados o a grupos de adultos que desaparecen por problemas en su nuevo hogar. Consecuencia directa de todo esto es la progresiva reducción del espacio vital de unos animales, que son, por naturaleza, territoriales y más o menos solitarios e independientes. Esto conduce inevitablemente a una mayor competitividad dentro del grupo y a una menos posibilidad de éxito para el individuo, el grupo, y la especie. Actualmente, las Islas Chafarinas, son el único lugar de la costa española donde existe la especie, representada por uno o dos ejemplares. Sin embargo, en 2008 cinco ejemplares fueron vistos en la reserva marina de Isla del Toro (Mallorca).  
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario